Hay quienes nadan de manera recreativa, por el placer y el disfrute que les genera. Otros la utilizan como actividad para el cuidado de su salud y prevención de enfermedades. Y están quienes lo practican como disciplina, entrenan diariamente y se preparan para competir.
Más allá de estas variantes, es una activad muy completa en todos los aspectos de una persona. Sus principales beneficios son los que ayudan a nuestra mente. Reduce la ansiedad, el estrés, mejora la calidad del sueño y nuestro bienestar general. Además, aumenta la concentración, contribuye a nuestra claridad mental y la capacidad de enfocarnos en lo que estamos haciendo. Mejora nuestro equilibrio y nuestro poder de reacción.
Cuando nadamos todos los músculos de nuestro cuerpo trabajan, ganan elasticidad y flexibilidad. Incluso si la practicamos continuamente aumenta nuestro rango de movimiento. La natación además es una actividad que incrementa nuestra densidad ósea, lo que funciona como prevención y tratamiento de la osteoporosis.
Así como otras actividades físicas, nadar aumenta nuestro ritmo cardíaco y la circulación sanguínea, lo que fortalece nuestro corazón. Además, el transporte de oxígeno y nutrientes a los tejidos es más eficiente. Y al favorecer la circulación es buena para las varices y piernas pesadas.
Por otro lado, entrenar en el agua hace que nuestros pulmones trabajen más y mejoren su capacidad. Los ejercicios de respiración nos ayudan a oxigenar el cerebro. Para aquellas personas que padecen asma, resulta una actividad fundamental.
Al nadar hay diferentes estilos que podemos practicar, crol, espalda, pecho y mariposa. Algunos ayudan a nuestros dolores de espalda. Además, es un buen ejercicio de recuperación y fortalecimiento para runners, dado que les permite mantener el estado cardiopulmonar cuando se lesionan y deben evitar el impacto.
Para quienes se animan a nadar en agua fría, generalmente practican la natación en ríos, mares u otros espacios abiertos. Esta práctica es especialmente señalada como beneficiosa para la salud mental. Cuando nos sumergirnos nuestro cerebro libera dopamina, la hormona del bienestar. A su vez, genera un aumento de las endorfinas, la hormona que ejerce una acción analgésica natural. El efecto que nos produce puede llegar a durar varias horas después de salir del agua, es por eso que te invitamos a practicarla.